(*Artículo pulicado en La Vanguardia el 19/02/2020 por Arnau Monterde y Joan Subirats)
La capacidad y velocidad de la innovación tecnológica global es cada vez mayor, por lo que urge gobernar democráticamente sus consecuencias. Presenciamos una recentralización del poder a través de las grandes tecnológicas mientras se instrumentaliza la capacidad de control que genera esa innovación a favor de la vigilancia como es la triada Trump, Facebook y Cambridge Analytica. Toda gran revolución tecnológica y científica genera efectos en los derechos de las personas. Sólo desde el debate democrático sobre sus efectos y la manera de abordarlos conjuntamente, podremos seguir beneficiándonos colectivamente de esos avances.
La cancelación del Mobile World Congress (MWC) no es un tema menor. Más allá del evidente impacto económico, permite abrir debates que de otra manera no se habrían planteado: nuevas perspectivas y nuevos liderazgos en relación a los avances tecnológicos y su implicación social y la urgencia de su democratización. En ese contexto, hemos de plantearnos cuál es el rol de las ciudades a la hora de entender, diseñar y desarrollar políticas sobre tecnología, innovación y ciencia al servicio de la ciudadanía.
Sigue leyendo